miércoles, 15 de septiembre de 2010

OASIS


Muy pocas veces echamos de menos el verdor exuberante de los árboles que nos rodean, menos aún la fresca brisa húmeda marina. Solo aquellos quienes viven en el desierto al llegar a un oasis reciben de él frescor, paz; recargan fuerzas suficientes para continuar hasta otro oasis, atravesando las secas, áridas arenas; y en esta travesía añoran este verdor y frescor.
Asi mismo en el trasegar de la ardua vida nos encontramos con seres que nos permiten sentir por instantes paz momentánea, alegría, frescor en el alma para poder continuar el camino trazado por la divinidad el cual nos llevará al gran oasis final

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