viernes, 17 de septiembre de 2010

EL VIAJE



Pensar en compartir experiencias transpersonales , obviamente no solo era raro, sino quimérico…lo que cada quien sintiera después de la profunda meditación era intransferible, experiencia única…
Tratamos de continuar la conversación, aunque en el fondo de cada uno de nosotros sentíamos que se había levantado un muro imposible de traspasar, de vencer. Esto realmente parecía incongruente con lo que acabábamos de experimentar…el supuesto era la total paz y fraternidad después de la meditación; no era cuestión de armonía, no…era la dirección que cada quien tomara después de esta experiencia.
Finalmente el viaje que habíamos hecho a la India a conocer más profundamente no solo la filosofía, sino también las técnicas del Yoga, nos había servido mucho, pero aún así se prolongaban ciertas larvas en nuestros espíritus.
De esta profunda meditación había concluido que definitivamente los confines físicos limitan nuestra percepción del infinito manifiesto, y esta incapacidad se inicia al abrir los ojos a la vida
Y eso es lo que habíamos tratado de comprender, de superar, de trascender con el viaje a la India, pero no…, solo aprendimos técnicas, solo conocimos la masala en el arroz y en las verduras, y el sagrado rio Ganges…Bueno, ella; porque yo había logrado un poco más… había llegado hasta este estado que me permitía una feliz lucidez que no se puede compartir porque es experiencia única personal-espiritual…
Poco a poco fuimos recogiendo el tendido para la meditación, yo guardé el mío en mi arcón de sándalo -traído de la India-, ella lo juntó con su ropa en un gran saco que parecía un sleeping-bag, y en el cual llevaba todas sus pertenencias; concepto de lo mínimo a llevar consigo: aligerar la maleta, también aprendido en el país brahmán. Aunque la verdad, todavía su maleta era bastante grande y en comparación con mi arcón, yo no parecía haber comenzado a aligerarla…
Nuestras miradas se toparon cuando pretendió dar un giro, y en ese mismo momento la profundidad de su ser se fundió en mí…el tiempo perdió su razón de ser…pasó a ser no tiempo… y nos vimos allí, en la oscuridad sobrecogedora, de una noche sin estrellas, continuándose infinitamente, en los movimientos cada vez más fuertes y frecuentes del mar. Sí, porque estábamos inmersos en esa gran masa de agua…Casi imperceptibles, pequeñísimos destellos dentro ,como luciérnagas los peces fluorescentes pretenden inútilmente dar algo de luz a la noche, las arenas blancas, resultado del sacrificio milenario de cantidades inmensurables de caracoles, entran poco a poco a la eterna oscuridad,
Mirar, nadar, mar adentro, allá donde están los grandes cetáceos, tranquilamente se siente debajo. Estoy sobre uno de ellos, cabalgo en su lomo y con él desciendo a profundidad...Todo bajo las aguas es hermosamente oscuro, se perciben grandes figuras más oscuras aún que pasan por mi costado.
Ahora en ascenso, la superficie cambia totalmente: las olas desaparecen para convertirse en un gran espejo, reflejando brillantemente una fuerte luminosidad. Logro asirme a lo que sería la playa, pero es una lámina fuerte, lisa, brillante por la luz que inunda todo el espacio. A lo lejos, tierra adentro? luces más definidas, puntos brillantes, titilantes permiten presentir un hermoso lugar habitado…Miro profundamente…Y es, cuando al retornar a mi ser, logro percibir que estuve en ella.

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